Uno de los regalos más importantes y duraderos que les podemos hacer a nuestros hijos o seres queridos, incluso a nosotros mismos es su sentido positivo de sí mismo. Sin este aspecto, los niños crecen negativos, dependientes, nerviosos, con sentimiento de inferioridad, más influenciables por los demás y con más probabilidad de generar adicciones.
Para ayudar a los niños a sentirse bien consigo mismos, hacer amistades, tratar a los demás con sensibilidad, celebrar la diversidad y aceptar cambios proponemos algunas estrategias a poner en práctica como educadores:
- Aceptar a los niños por lo que son. Sin juzgar exceso y permitiendo desarrollar sus opiniones y potencialidades, no las que a nosotros nos gustaría que tuvieran.
- Tratar los niños como individuos: apreciar sus diferencias, no comparar, potenciar las diferencias sin sentirse superiores o inferiores que los demás.
- Facilitar que hablen de ellos mismos y de su mundo íntimo: saber de ellos, de sus familias, de sus mascotas, pasatiempos, cómo está decorada su habitación, etc
- Respetar a los niños, a sus familiares y su cultura.
- Reconocer sus talentos, las cosas en las que son buenos, y apoyarles para que los que no se le da tan bien, se le vaya dando mejor, potenciando su autonomía.
- Los niños nos dicen muchas cosas con su comportamiento. Ser sensibles a sus reacciones y comentarios durante el día.
- Animarles a ser independientes, a aceptar responsabilidades y seguir hasta el final sus tareas.
- Fijar reglas claras y expectativas de conducta. Hay estudios que sugieren que cuando los niños tienen límites y saben lo que se espera de ellos, desarrollan una autoestima más alta.
- Ser justo y coherente. En vez de castigar, ayudar a los niños a asumir las consecuencias de su conducta.
- Seguir una agenda y unas rutinas, así los niños sabrán qué esperar.
- Dar a los niños oportunidades para desahogar su energía y emociones con ejercicios y juegos al aire libre.
- Puede ser positivo cometer errores. Evitar reacciones desmedidas cuando los niños hagan algo mal. Enseñarles que los errores son positivos porque nos enseñan que estamos avanzando y haciendo cosas diferentes y de esta manera podemos aprender cosas nuevas. Si no nos equivocamos es que ya lo sabíamos hacer.
- No poner etiquetas, , tales como “lento”, “desordenado”, “entrometido”...
- Valorar la creatividad y originalidad.
- Hacer preguntas abiertas y aceptar respuestas.
- Animar a los niños a solucionar problemas.
- Estar disponible. Dar a los niños tiempo de calidad y hablar con ellos individualmente.
- Permitir que los niños nos conozcan como personas reales compartiendo nuestra vida personal.
- Mantener el sentido del humor y reír frecuentemente.
- Sacar provecho de los mensajes no verbales con sonrisas abiertas y golpecitos en la espalda, chocar las manos, etc.
- Celebrar los logros de los niños. Recordar sus éxitos pasados y comentar con ellos cómo están creciendo y cambiando.
- Ayudar a los niños a fijar metas y a experimentar más adelante la recompensa al haber logrado alcanzarla.
- Dejar que los niños nos escuchen por casualidad comentarios positivos sobre ellos.
Estas son algunas, pero no todas las estrategias que se pueden desarrollar en el trato con nuestros hijos. Estas estrategias son válidas tanto en contextos escolares, dirigidas para educadores, o profesores, como en las familias dirigidas a la totalidad de los familiares que se relacionen con el niño.
Nicolás Luengo
Director del Equipo Psicológico Colegio Madrigal.
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