LA ADOLESCENCIA Y LA MOTIVACIÓN POR LOS ESTUDIOS
Los cambios físicos, emocionales, cognitivos o de pensamiento, sociales, etc; los problemas adaptativos familiares, escolares, sociales y personales, han sido y son los contextos referenciales en el trabajo con adolescentes.
Los cambios en la estructura familiar y social actual, nos refieren grandes cambios a abordar en la adolescencia. Estos cambios nos hacen más responsables en la toma de conciencia, de nuestro papel dentro de estos contextos. En nuestro caso, como psicólogos o profesionales de la educación o profesores, nos implicamos en conseguir la implicación del estudiante adolescentes en su vida académica, social y emocional en el colegio o instituto. Hacemos consciente el papel de figura de autoridad, de apego y liderazgo en la relación con los alumnos. Dos variable juegan un papel importante en este sentido: el control, entendido como seguimiento, establecimiento de límites correcto y claro; y demostración afectiva. Esto hace que los adolescentes se sientan aceptados y que anticipen de manera más clara lo que se espera de ellos, y las consecuencias que sucederán según cómo se comporten, con lo cual aprenden mejor a desarrollar su autonomía, responsabilidad y autoestima. Este tipo de figura de autoridad con un estilo educativo asertivo, previenen muchos de los problemas que se observan en la adolescencia.
Como figura de autoridad, deberíamos estar en comunicación directa y en una planificación educacional conjunta con las demás figuras de autoridad y apego de la vida del adolescente, es decir, colegio y familia de manera conjunta.
Al igual que con familias de padres separados es esencial, sobre todo en esta edad, la comunicación y el trabajar en la misma línea educativa; en la relación profesor, tutor, padres debería seguir la misma tónica.
La adolescencia se puede definir como la etapa donde se inicia la búsqueda y definición de la identidad, quien somos dentro de un grupo social, en el instituto, en la familia, en definitiva en los distintos contextos sociales, y relacionales en los que el adolescente convive.
La adquisición de un hábito de estudio, no deja de ser el aprendizaje de un hábito de comportamiento, en el que en un principio se necesita de tutorización y mucho nivel de consciencia durante el aprendizaje; Se tendrá que ir permitiendo los errores, el aprendizaje desde el error como parte fundamental del avance en dicho aprendizaje, el refuerzo y el autodiálogo motivador para mantener la motivación y el esfuerzo también se debe aprender. Para que un niño se permita el error en el aprendizaje y no lo evite, es necesario que se le deje hacerlo de manera autónoma, sin darle importancia al error si no esperándolo para aprender de él.
La autonomía en el proceso de aprendizaje llegará según el nivel de autoestima y sensación de capacidad que tenga el niño o adolescente.
Por lo tanto, en la adolescencia, es muy importante seguir con el seguimiento y los límites, fundamentalmente porque los estudios pasan a un plano secundario en sus objetivos o prioridades. Su vida social, pasa a ser de gran importancia y su imagen dentro de este grupo. Si esperamos como padres o como profesores que el grado de autonomía que demostraba en primaria se mantenga por sí solo en este periodo de edad, estamos equivocados.
Nicolás Luengo
Psicólogo Sanitario y Educativo
Psicólogo Especialista en Psicoterapia por la EFPA
Los cambios en la estructura familiar y social actual, nos refieren grandes cambios a abordar en la adolescencia. Estos cambios nos hacen más responsables en la toma de conciencia, de nuestro papel dentro de estos contextos. En nuestro caso, como psicólogos o profesionales de la educación o profesores, nos implicamos en conseguir la implicación del estudiante adolescentes en su vida académica, social y emocional en el colegio o instituto. Hacemos consciente el papel de figura de autoridad, de apego y liderazgo en la relación con los alumnos. Dos variable juegan un papel importante en este sentido: el control, entendido como seguimiento, establecimiento de límites correcto y claro; y demostración afectiva. Esto hace que los adolescentes se sientan aceptados y que anticipen de manera más clara lo que se espera de ellos, y las consecuencias que sucederán según cómo se comporten, con lo cual aprenden mejor a desarrollar su autonomía, responsabilidad y autoestima. Este tipo de figura de autoridad con un estilo educativo asertivo, previenen muchos de los problemas que se observan en la adolescencia.
Como figura de autoridad, deberíamos estar en comunicación directa y en una planificación educacional conjunta con las demás figuras de autoridad y apego de la vida del adolescente, es decir, colegio y familia de manera conjunta.
Al igual que con familias de padres separados es esencial, sobre todo en esta edad, la comunicación y el trabajar en la misma línea educativa; en la relación profesor, tutor, padres debería seguir la misma tónica.
La adolescencia se puede definir como la etapa donde se inicia la búsqueda y definición de la identidad, quien somos dentro de un grupo social, en el instituto, en la familia, en definitiva en los distintos contextos sociales, y relacionales en los que el adolescente convive.
La adquisición de un hábito de estudio, no deja de ser el aprendizaje de un hábito de comportamiento, en el que en un principio se necesita de tutorización y mucho nivel de consciencia durante el aprendizaje; Se tendrá que ir permitiendo los errores, el aprendizaje desde el error como parte fundamental del avance en dicho aprendizaje, el refuerzo y el autodiálogo motivador para mantener la motivación y el esfuerzo también se debe aprender. Para que un niño se permita el error en el aprendizaje y no lo evite, es necesario que se le deje hacerlo de manera autónoma, sin darle importancia al error si no esperándolo para aprender de él.
La autonomía en el proceso de aprendizaje llegará según el nivel de autoestima y sensación de capacidad que tenga el niño o adolescente.
Por lo tanto, en la adolescencia, es muy importante seguir con el seguimiento y los límites, fundamentalmente porque los estudios pasan a un plano secundario en sus objetivos o prioridades. Su vida social, pasa a ser de gran importancia y su imagen dentro de este grupo. Si esperamos como padres o como profesores que el grado de autonomía que demostraba en primaria se mantenga por sí solo en este periodo de edad, estamos equivocados.
Nicolás Luengo
Psicólogo Sanitario y Educativo
Psicólogo Especialista en Psicoterapia por la EFPA
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